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Sección editorial

November 19, 2018

 

Por: Carlos Cuevas

Un sistema de organización político-social basado en la participación de la voluntad de todos, aunque no sea en un mismo objetivo, pero con un orden social democráticamente estructurado, conduce a una debida orientación y funcionamiento del Estado nación.

Aunque en realidad se relaciona con movimientos populares y con el pensamiento de carácter realmente utópico, predomina el carácter oligárquico aun cuando existen situaciones liberales con tinte social demócrata, pero se observa uno de derecha moderada y hasta de franca derecha radical; la izquierda se encuentra al acecho y da destellos de rebelión.

 

La democracia mexicana la pregonan los representantes de la clase política y de gobierno con exaltaciones a las cuales les dan rumbo de igualdad; sin embargo, se divide en porciones directamente proporcionales a los estratos sociales. Así observamos que la democracia amplia y plena la gozan sectores reducidos con un amplísimo marco de beneficios de todo tipo; mientras que para la gran mayoría de la nación se registran grados de democracia que van desde la clase media alta hasta desembocar en oclocracias de diversa estratificación a lo largo y ancho del país, con ventajas y desventajas muy marcadas, hasta tocar a las que se ubican en la pobreza extrema de una mínima democracia.

 

En tal sentido es que la democracia es deficiente aun cuando debiera ser una democracia social en la que aun cuando en la riqueza creada por la productividad del país no participen en la misma proporción todos los ciudadanos que también tienen derecho a todos los beneficios de la riqueza generada, en un medio en donde las condiciones les son adversas en muchos sentidos por la exclusión de que son objeto, con todas las calamidades inherentes a su estrato.

 

En nuestra democracia muchos tienen mucho porque su aportación es mayor a la economía debido a que el sistema les ha favorecido por múltiples circunstancias de corte oligárquico; y así sucesivamente, sólo que las proporciones de beneficios económicos y de servicios del sector público en sus tres niveles y los que corresponden al sector capitalista para los diversos grupos sociales productivos y dependientes no son en apego a la justicia y equitativa democracia participativa.  Es ahí donde radica el verdadero espíritu de la real democracia máxima, otra derivada y una mínima, que dimana del pueblo.

 

Cierto, el gobierno del pueblo es una tesis que parte de la idea de que se sustente en la igualdad, pero como vemos en los vaivenes de la política, particularmente en los países atrasados, termina en convertirse en una desenfrenada demagogia; así, la democracia  se identifica por procesos de construcción, en la que  las mayorías ignorantes  de las teorías políticas abandonan la ciencia política para convertirse en seguidores de la más falsas discurserías de cínicos politiqueros de diferentes corrientes.

 

La primera degeneración que se observa en los regímenes pseudodemócratas es la timocracia, es decir, el gobierno que se erige con la apropiación del concepto de democracia para usurpar conciencias, decisiones y hasta bienes de los ciudadanos incluidos sus impuestos.

 

Sí, en la democracia es licito que todo ciudadano piense y actúe dentro del estado de derecho en llevar a cabo aquello que sea su deseo; es el Estado el que muchas veces perturba este y adopta la forma dictatorial cuando se autodenomina el ejecutor del ejercicio de la legitimidad, cuando en la realidad esta es cuestionable, en los actos de gobierno y pone límites a la libertad en muchos aspectos.

 

La sociedad desde su organización como tal, la describen tanto filósofos, sociólogos, antropólogos; además de pensadores, estadistas y politólogos como un concepto que cobra verdadero sentido y forma en el comportamiento y pensamiento de los ciudadanos que deben ser tomados en cuenta en sus sentimientos, anhelos, preferencias, pasiones, espíritu, necesidades, aportaciones y reclamos.

 

En este orden de ideas, es conveniente una revisión minuciosa del texto constitucional para su eventual transformación.

Asimilación de ideologías - Por: Carlos Cuevas Díaz de León

May 11, 2018

Se pretende, en ésta modalidad editorial, aportar criterios que sean punto de partida en una serie de temáticas que se hace urgente desvelar en una contribución hacia una reforma democrática consustancial al bipartidismo, a las candidaturas independientes, a la anomalía de las nominaciones de representación proporcional, a candidaturas que caen en la condescendencia de una designación para "políticos" consentidos y arropados en una primera minoría que, dicho sea de paso, sería motivo de un análisis conjunto con las controvertidas candidaturas plurinominales; asimismo, se considera impostergable abordar el concepto en toda su amplitud ideológica, tanto de aspirantes a los puestos de elección popular y de la propia ciudadanía y su proyección a la inclinación de politiqueros trapecistas, es decir, los clásicos “chapulines”.

Se tocará el sistema de elección de la representación nacional, cuya misión constitucional está encomendada al INE para la organización y proceso hasta su consumación de las elecciones ahora federales y estatales; unido al papel de los tribunales electorales, sin que dé lugar a la utopía en un sí idílico bipartidismo.

Se hace necesario comentar la eventual participación de un organismo cien por ciento ciudadano y que, por el inmenso número de sus integrantes como lo es la Guardia Nacional, podrá ser activado mediante la promulgación de la respectiva ley orgánica.

De paso sería que pare la sangría al erario en los inmensos recursos destinados al financiamiento de los partidos políticos que operan a lo largo y ancho del país. Algunos de éstos no merecen seguir en el sistema de partidos ya muy cuestionado por aquello de la laxitud aliancista de sus ideologías, tan lejanas de sus propósitos originales.

Finalmente, una disposición derivada irónicamente de una iniciativa partidista que fue en principio recibida con bombo y platillo, cuya misión consiste en tratar de abatir la corrupción, ha dejado desesperanza y una nueva edición de las formas más grotescas de la corrupción en todos los ámbitos de la vida nacional.

 

Lo más simple de este sistema anticorrupción y sin tanta vuelta, tiene como origen la proclama del más alto sentido constitucional que descansa en el rincón de los olvidos, como es la toma y rendición de protesta al tomar posesión de los cargos públicos que siempre ha llevado en esencia el reclamo de la revocación de mandato en los cargos públicos de todos los niveles.

Ciencia política - La violencia física legítima, monopolio del estado.

January 02, 2018

Quien se considere verdaderamente moral y busque elevarse en el contexto social, que no lo haga por el camino de la política, porque las tareas que en ella se emprenden únicamente pueden ser cumplidas por los medios menos ortodoxos y mediante la fuerza. El genio o demonio de la política vive en tensión interna con el yo de todo aquel que ha hecho de la política su actividad principal.

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