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Ciencia política - La violencia física legítima, monopolio del estado.

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Por: Carlos Cuevas Diaz de León

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Entendemos por política la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, la que representa el Estado, en su expresión más acabada.

 

Todo aquello que se persigue a través de la acción política, que se sirve de medios violentos por extraño que parezca, implica necesariamente una consulta a la ética para obrar, porque significa la búsqueda de una finalidad dentro de un combate ideológico y aquél que hoy por hoy está constituido legalmente por ser el que detenta la representación de la soberanía del pueblo mandante con la razón histórica es el Estado.

 

El Estado es una empresa de dominación que requiere una administración continua y, necesita por una parte,  la orientación de la actividad humana hacia la obediencia a sus instituciones que son en si la representación del poder público legitimo (cuerpos intermediarios o de gobierno al servicio de los ciudadanos); también requiere de la disposición sobre aquellos bienes que eventualmente sean necesarios para el empleo del poder físico a través de sus órganos de autoridad o dependencias de gobierno: las personas y los medios materiales, así como los instrumentos legales.

 

Todo Estado está fundado en la violencia, pues es una comunidad humana que dentro de un determinado territorio y estructura social reclama para sí el monopolio de la violencia física legitima. El Estado, es una asociación política cuyo signo distintivo es la relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima fundada en el consentimiento de los gobernados a través del sufragio.

 

Existen tres tipos de justificaciones para esta legitimidad que con el paso del tiempo permitieron estatuir la relación de dominación. En primer lugar, se dio la dominación por la costumbre o la tradición que data de siglos; en segundo término, la autoridad de la gracia (carisma) personal y de la confianza al líder, que igualmente desde la antigüedad permitió el nacimiento de Estados que son el antecedente del Estado moderno. Por último, tenemos una legitimidad basada en la legalidad, en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva, que dio por resultado el Estado de Derecho, con el surgimiento, de los Estados que ejercen el poder bajo normas racionalmente creadas, orientadas hacia la obediencia, hacia las obligaciones legalmente establecidas  por un pacto entre los cuerpos social y político resultado de los sufragios, siendo en este último en el que figuran los guías del Estado que hacen posible las relaciones de dominación, y es donde el espectro de los partidos emerge con un papel determinante, aunque en la actualidad su actuación deja mucho que desear.

 

La obediencia de los gobernados a los órganos de autoridad, está condicionada por motivos muy poderosos de temor y de esperanza, temor por los medios de sometimiento al orden, esperanza de ver satisfechas sus expectativas o los más diversos intereses. Sin embargo, el sometimiento voluntario de los gobernados a los requerimientos del ejercicio del poder público, responde a actos de gobierno previamente pactados en los que aquellos consintieron entregarse en una elección y dieron legitimidad soberana a quienes fueron vistos como los que habrán de conducirlos a estadios superiores de bienestar.

 

Es en el pueblo en donde radica originalmente la soberanía y el poder público, no obstante el pueblo  ha convenido prestar obediencia al Estado por el pacto o contrato social establecido, y en un acto de democracia plebiscitaria ha decidido depositar en manos de representantes populares y magistrados el poder para que hagan de él un buen uso, y quienes han sido depositarios de esa soberanía abusan  de ese poder en detrimento de sus derechos fundamentales, el pueblo que es el depositante, puede retirarles en cualquier momento el mandato y confiarlo a quien considere a propósito, pues es éste el único que bajo escrutinio y potestad tiene ese derecho y puede revocarlo  mediante el referéndum o plebiscito.

 

Lo decisivo en el ejercicio del poder público está en los medios que los políticos tienen a su disposición. ¿Cómo comienzan a afirmar su dominación los poderes políticamente dominantes? Fundamentalmente inician por la dominación política en sus tres formas: tradicional, carismática y legal. La dominación requiere toda una súper estructura jurídica, política e ideológica, cuyo aparato son los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial; sin soslayar el papel importantísimo que juegan en esta empresa de dominación, los partidos políticos.

 

Para llevar a cabo la empresa de dominación y el uso de la violencia física sobre los gobernados, entendida ésta como la acción del Estado que ejerce el poder político con legitimidad, tiene que hacer uso de dos medios que afectan el interés de aquellos que están al frente de los órganos de autoridad: la retribución personal y la distinción del cuerpo de colaboradores que habrán de quedar asignados a cada Poder. Lo lamentable o irónico de esta parte de la convención del pacto social con todo un sistema tributario con cargo a la ciudadanía que es la que soporta el gasto público, de donde se desprende todo tipo de canonjías, prebendas y sueldos a funcionarios y empleados menores pues ésta será la garantía y fundamento último y decisivo de solidaridad con el jefe político, que así ejerce el poder. Así también se reafirma la legitimidad del monopolio de la violencia física del Estado que no pocas veces la ejerce contra el pueblo para reprimirlo sin que exista razón de peso para ello.

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