Homenaje a la Virtud de ser Mujer y Madre
Foto: Secretaría de Cultura del Gobierno de México
En el ámbito mundial como en el caso específico de México la mayor parte de la población la conformamos las mujeres. Para el caso de Aguascalientes no hay diferencia, en ello observamos acontecimientos que no son dignos de la tan llevada y traída modernidad social en el avance de las mujeres, pues han demostrado una posición más cualitativa en los aspectos que entrañan más contenido humanitario porque de suyo, la mujer significa en sí la humanidad misma que tiene sentido femenino, como si ya se reconociera desde antes que el mayor número de humanidad está edificado en el cúmulo de mujeres que a diario se ganan su lugar y no está lejano el día en que lleguemos a ser el otro impulso poderoso de regeneración de las civilizaciones más avanzadas.
En cada época del mundo, hemos contemplado verdaderas heroínas que han definido cursos muy significativos del andar de las distintas sociedades del orbe; grandes estadistas, religiosas, artistas, científicas, luchadoras sociales, fundamentalmente en las figuras de madres de familia, cuyas acciones han quedado plasmadas en las más bellas páginas de la historia y la vida aún con la obstinada oposición de los hombres.
Las mujeres por sí mismas tienen atributos de sobra para intervenir en las decisiones y acciones para la existencia racional del ser humano; aquéllas que ya sea que los hagan valer o gracias a su preparación ganen presencia poderosa de conducir los Estados con mayor sensibilidad, humanitarismo, sapiencia y certeza a favor de la vida en la paz y armonía.
Es necesario esgrimir las herramientas a nuestro alcance para el simple hecho de transitar triunfalmente por los caminos que ya las mujeres y los hombres hemos abierto en la convivencia del devenir de la sociedad. Pero si hablamos de esta cultura feminista, para no quedar mal con este léxico, que como ya dijimos únicamente ha representado paliativos para detener el impulso de la mujer de nuestros días, tendremos que ser tan visionarias, preparadas y audaces, en saber exactamente a dónde pertenecemos, lo que podemos tomar y desechar, lo que podemos pulir y magnificar desde de la perspectiva de la emoción de las mujeres en nuestra realización plena en todo cuanto emprendamos con determinación, sensibilidad, dignidad y liderazgo; rechazando las cargadas que la comodidad, negligencia e ineptitud colocan a los “más aptos” para conducir las aspiraciones de los electores o políticos ocasionales.
No es fácil hablar de las cuotas para las mujeres en la política, en el campo legislativo, en la administración pública o en la justicia; la forma de organizarnos, no debe quedar en meras recomendaciones de actuación o de comentarios de lo que nos ha salido mejor en ocasiones como una mera cortesía de quienes nos han dejado pasar un día si y otro no.
Nuestra intervención debe ser permanente en todas las actividades que la vida nos ofrece, ya sea en los negocios, en las industrias, en los deportes, en los eventos de gran sociedad y los más humildes, cada uno de nuestros actos deberá estar siempre encaminado a destacar en forma efectiva, tangible y con resultados altamente apreciables y que dejen huella perenne, para que la presencia de la mujer cobre mayor solidez, con proyección constructiva y de aportación a los sistemas de organización social.
Creemos que si el desarrollo de la sociedad ha llevado cuidadosamente al descubrimiento de las grandes aportaciones que la mujer ha hecho en todos los entornos, podremos decir que el más grande mérito es la grandeza de la procreación, que se debe al simple y magnífico hecho de ser mujer y de conducir junto al hombre a la familia.
El discurso más limpio, la intencionalidad más sólida, la entrega a las más nobles causas, parten de la familia; la única líder, la creadora de circunstancias y de maravillosas realidades y estas han sido por el preclaro espíritu sincero, emociones y sentimientos de la mujer, que apoya el ímpetu, que fortalece, entusiasma, ennoblece y amplía verdaderamente los cercanos horizontes de quienes creen en sí mismas.
La carta magna como catálogo de un tratado macizo de humanismo, ciencias, técnicas, justicia y legislación, nos dice que es amplia la gama en donde la mujer encuentra motivo de participación. La tendrá en la lucha por las garantías fundamentales, las inclinaciones hacia una reforma de la democracia en que la mujer pondrá lo más sagrado, selecto y edificante de sus aspiraciones para que existan jurados, cuerpos legislativos, instrumentos de ejecución administrativa limpia, equidad en la administración de justicia, porque ciertamente la mujer es la que está más lejana de los egoísmos, de las tentaciones materiales, de las ambiciones y los envilecimientos que día a día sin la vigilancia de la guía del criterio femenino se están desbordando en las consciencias; por ello, mi voluntad exhortativa es que retomemos nuestra senda y que nuestra mayor presencia que es en la población total de la nación sea la más fructífera, la más consciente, la más productiva, la más humanitaria y la de mayor intervención en la corrección de todos los hierros que ensombrecen nuestra realidad y hacen menos promisorio nuestro futuro.