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¿Horizonte cercano? - Lucha contra la corrupción

Foto: Presidencia de la República


El crimen de los cárteles, ese abanico de atentados que subyace en el paisaje previo al caer la noche sobre el que todos contemplamos nuestro propio horizonte; lo que puede abarcar el pensamiento y todo lo que alcanza la vista en que parece que se junta el cielo con la tierra donde se hacinan una serie de calamidades que estremecen el estado de ánimo a los que como simples espectadores únicamente nos queda encomendarnos al Todopoderoso, y los malditos se arremolinan en torno a su patrono, el Maldito.


Es también amplio el abanico de medios que se abre hoy por hoy en ese tema del espectro delincuencial de carácter mafioso como lo es el cártel de Santa Rosa de Lima. Irónico por su denominación, sobre el cual reconozco hay esmero colectivo de respuesta con coraje, resentimiento, hacia malos compatriotas en una anticipación que quisiéramos intervenir contra esos seres inhumanos. Que nos ubicara en una buena opción para salir bien librados en nuestro porvenir: proyecto, esperanza, ideal, ilusión o hasta utopía.


Quiero expresar estos conceptos dentro de la perspectiva o posibilidad de lo que podemos saber, logremos y debemos saber objetivamente en cuyo caso sea histórico o comprobado, y pongamos energía y carácter a la tormenta que subsiste en lo institucional, particular o privado.


Nosotros siempre vivimos acontecimientos que escapan a nuestra posibilidad de abordar para encontrarles solución con buen sentido, pero en nuestras limitaciones como simples ciudadanos nos quedamos en lo subjetivo y nos tenemos que conformar con lo que los medios de comunicación -alineados o no- difunden y con todo el corazón apoyamos con indeclinable voluntad.


El delito del huachicoleo, en términos más comprensibles, no significa sino el más criminal de los despojos al patrimonio más valioso hoy por hoy posee el pueblo de México, aunque únicamente sea en sentido figurado. No obstante, se ha manifestado que su comisión data de hace cuarenta años y el atentado al patrimonio alcanza cifras que, para escatimar ceros en cantidades en pesos, en dólares seguramente significan miles de millones que han ido a parar a manos nacionales y extranjeras sin que se haya combatido con efectividad y puesto fin a este delito.


Si nos ponemos a pensar, los perjuicios democráticos a la sociedad por los beneficios que dejaron de permear a lo largo y ancho del país, sobre todo a los más desvalidos, el castigo para los culpables deberá ser tal que una reforma legislativa dé el peso a la ley que el caso amerite para sancionar ejemplarmente a los que han osado cometer un crimen de lesa humanidad contra la Nación y quebranto a la economía del país.


Desde luego que por los años en que transcurrió el daño patrimonial sugiere que las más altas autoridades de los tres Poderes involucradas sean sujetos de juicio, que se antoja sumario por lo evidente y el tiempo de que se habla, en el que los líderes sindicales y sus prebendados tuvieron su gran parte, pues el tiempo es su más noble aliado y este apremia, pues muchos ya están de salida y podrían quedar sin castigo.


El poder político desde la más alta magistratura del país, el más modesto puesto de elección popular, en la instancia judicial, en un encargo público o en los cuerpos políticos y de gobierno, es tener facultad, experiencia; pero también es virtud de visión, carisma, mesura, responsabilidad, tiempo y oportunidad de gestión.


Los mandatarios están siempre expuestos a posibles contingencias adversas, a tormentas, huracanes, etc., y no pueden excusarse o resistirse y no podrán argumentar causa de impedimento alguno, pues están obligados a salir más adelante de sus posibilidades físicas y de inteligencia; ya que en la rendición de protesta al respectivo cargo la voluntad, es decir el querer, cobra carácter de poder imperioso de hacer frente a la tempestad con la contraparte, la serenidad, calma y paz.


El régimen de la regeneración, esperanza y cuarta transformación se ha echado a cuestas el borrascoso inmediato destino de la Nación contra una enemiga milenaria de la moral como es: la corrupción; a la que queman incienso todos aquéllos adoradores del poder concreto que desean, sueñan, ambicionan y alcanzan poder cualquiera que sea su dimensión, pero que les permite tener autoridad sobre sus congéneres y los tan codiciados presupuestos y tráfico de influencias que el poder confiere en la responsabilidad de algún puesto público.


El infortunio que padecemos los mexicanos con el lugar notable en la lista de los países más corruptos del mundo nos expone al diluvio de sin fin de calamidades que nos esperan sino se pone límite al estado de cosas que serán un martirio, suplicio o acaso castigo que nos merecemos por no saber contener las cataratas de mentiras oficiales que inundan nuestro estado de ánimo. Nos están vendiendo la convicción de que nuestro horizonte ya está cercano y la compramos con la condición de que el sistema anticorrupción reivindique al pueblo de México con el arco iris de la verdad, si es que el horizonte permanece aún lejano.

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